Autor
Amén Muñoz, Marcela
Hernández Naranjo, María José
Sánchez Cervantes, Adrián
Fecha
2017
Resumen
Todo espacio supone una vinculación de cada persona, pues este vínculo, más allá de físico… es un vínculo emocional: es vivir el espacio, más aún, sentir el espacio. Toda cercanía física refiere para cada persona una cercanía emocional, nuestra humanidad nos remite a ello. Y es aquí donde, para recrear las identidades de los espacios, se deben reconocer estos lazos emocionales. En un centro urbano, como San Isidro de Pérez Zeledón se percibe lazos emocionales, pues se respira una sensación de bienestar, amistad… San Isidro… un lugar disfrutado por su gente. ¿CÓMO NOS ACERCAMOS A ESTOS LAZOS EMOCIONALES… A LAS REALIDADES DE LOS ENTORNOS? No existen fórmulas mágicas para acercarnos a los lazos emocionales en los espacios urbanos, pero sí estrategias para procurarlo. Como en todo, debemos iniciar por conocer la realidad de la población, que nos permita evidenciar sus fortalezas y áreas de mejora. No podemos ahondar en conceptos y entornos si no se estudia la realidad de las personas en su espacio público: su interacción entre sí y con su contexto. Partiendo de la reflexión desde adentro, desde sus usuarios, se puede establecer una línea de intervención y aporte metodológico para generar verdaderos estudios de la ciudad, donde el investigador es parte actoral incluso, estando ahí en el evento, compartiendo y sintiendo a la vez junto con los lugareños. El crear espacios verdaderamente “usables” y “disfrutables” se convierte en una tarea vital que, luego de la reflexión y recreación del conocimiento, dichos proyectos en la ciudad cobren sentido para los y las habitantes de los espacios, que promueva su uso y apropiación real, efectiva… que permita realzar la identidad que los caracteriza. Reinventarse no significa cambiar nuestro ser, nuestra identidad. Reinventarnos es salirnos de nuestra zona de confort, para construir nuevas formas de ser y de estar en el mundo